Junior de Barranquilla dio un golpe de autoridad en la final de ida del fútbol colombiano. En un Estadio Metropolitano encendido, el equipo rojiblanco mostró jerarquía, determinación y contundencia para imponerse con claridad y quedar bien posicionado rumbo al título.
Desde el pitazo inicial, el conjunto barranquillero dejó claro que no estaba dispuesto a especular. Con presión alta, circulación rápida y decisión en el último tercio, el Tiburón comenzó a inclinar la cancha a su favor, generando llegadas que anticipaban lo que estaba por venir.
El primer golpe llegó temprano. A los 5 minutos, José Enamorado desbordó con potencia por la banda y, con perfil zurdo, definió dentro del área para abrir el marcador y desatar la euforia en el Metropolitano. Junior era superior y lo reflejaba en el juego.
La ambición no se detuvo. A los 36’, una acción colectiva bien construida terminó en una devolución precisa de Guillermo Paiva, que dejó a Brayan Castrillón de frente al arco. El extremo no perdonó y marcó el segundo, confirmando el dominio rojiblanco.
Solo dos minutos después, nuevamente Enamorado apareció como un rayo. Una corrida profunda, ruptura defensiva y definición certera dentro del área sellaron el 3-0 antes del descanso, un resultado que premiaba la intensidad y el orden del local.
En la segunda mitad, Junior administró la ventaja con inteligencia. Sin renunciar al orden ni al control del balón, el equipo supo manejar los tiempos, proteger el arco en cero y sostener una diferencia que puede ser determinante.
Ahora, el Tiburón viajará a Ibagué con una ventaja sólida, sabiendo que aún quedan 90 minutos por disputar, pero con la convicción de haber dado un paso firme hacia la estrella.
